Visiones personales sobre el mundo contemporáneo. Reflexiones de cómo deshebrar el misterio de vivir. Peregrinaje al contentamiento interno

lunes, septiembre 25, 2006

Cuando la muerte retoza



Cuando la muerte retoza.
Por Paco Herrera

Cuanto y más te amo alma mía
que de tanto y tanto vivir
ya soy muerto.


I. Nunca ha dejado de cautivarme el mundo de las definiciones en que vivimos. Mi hermano, en cierta ocación me señaló de manera aguda y razonada, cómo la enorme mayoría de problemas y confrontaciones surge de la semántica. Y es comprensible; dime como defines al mundo y te diré cómo el mundo te ha definido a tí... como Vallés diría... "Dime tu definición de Dios y te diré la historia de tu alma". En pocas palabras hay que tener cuidado con nuestro marco de creencias porque ellas nos conforman, definen e incluso limitan.

Revisemos el siguiente concepto tomado de un diccionario que indica cómo debe entenderse la palabra Vida:

Vida. (lat. vita) Resultado del juego de los órganos, que concurre al desarrollo y la conservación del sujeto... espacio de tiempo que transcurre en el ser vivo desde el nacimiento hasta la muerte. (sinon. existencia, vitalidad)...etc.

Si se analiza ahora la connotación de esta palabra aunada a la definición de muerte:

Muerte. f. (lat. mors, mortis) Cesación definitiva de la vida... pena capital... dolor violento... cesación, destrucción... causa de ruina... estremecimiento... etc.

Puede llegar a entenderse el porqué la especie humana en su globalidad no ha logrado conciliar, ni entender, un término en función de otro. Para el hombre un estado es la antítesis del otro; siempre separar "lo vivo" de "lo muerto" y lo peor es que ambos conceptos se definen, para nuestro pesar, desde un sólo punto de vista... el de "los vivos". Evidentemente podría hacerse m s de un comentario agudo en lo que concierne al hecho de yo señalar tal obviedad; sin embargo el hablar desde la perspectiva de la muerte implica una redefinición de la muerte misma.

Desde que somos pequeños nos han generado miedo a la muerte -la tragedia, por ejemplo, se da en muchas ocasiones como el desenlace mortal, como el objetivo inconcluso- todos los medios de información, las costumbres, las tradiciones, definen al Eros como el "bueno" y al Tanathos como el "malo". Si se profundiza detenidamente en el por qué lloramos la muerte de un ser querido, no somos nosotros los que gemimos sino nuestros apegos por aquel -"parte mía se va en ‚l" decimos- y paradójicamente nos creamos la ilusión de la inmortalidad por medio de nuestras obras. Si bien ellas son extensiones de nuestros actos nosotros no somos ellas.

Cabría aquí hacer otra aclaración. Existir es tener el ser y ser significa reunir al sujeto con su atributo.

Es en función de esta última definición de donde podemos partir. El Ser es inherente al que existe y es en torno a la experiencia en el Ser el cómo defines tu existencia. Quien se vive a sí mismo en un plano determinado, define así su cosmovisión. La vida se va a manifestar contigo en el plano en que la definas: en la reflexión, la contemplación, la experiencia, la materia o incluso como la nada misma. Y ser en ese plano en el que desarrollar s tus diálogos con ella.

En general -aunque no aprecie las generalizaciones- la muerte y la vida - y nuestra cosmovisión- las definimos en torno a nuestra cultura -a cada manera de ser le corresponde una manera de expresarse-. En las primeras civilizaciones, los hombres se definieron con el animismo como yo soy naturaleza y me comunico con sus fuerzas con el rito; a los alquimistas su labor les definió como "yo soy aquel que alcanza la trascendencia a cada momento en mi actuar, en el momento vive el elixir de la vida y en el trabajo existe el producto mismo de mi búsqueda"; en el humanismo el hombre arranca la modernidad, la razón desplaza al hermetismo y por medio del intelecto y la emoción me relaciono con el otro: Dios se humaniza; con la revolución industrial y el materialismo racionalista surge el culto por el producto como icono mercantil, se avasallan la divinidad y el hombre, se extienden el nihilismo, el sin-sentido existencialista, el absurdo suicida, la anarquía del acto y una extraña sensación de vacío.

Y si entendemos que el hombre a lo largo de las eras más que evolucionar sus visiones, sólo se ha civilizado y ha transformado sus visiones sobre lo que ignora; podemos entender así que tras las manifestaciones cosmogónicas que han surgido de visualizar lo que hay "tras el umbral de la muerte" subyace bajo su velo la realidad absoluta -sólo esta para quienes la buscan-, en la cual la muerte no se entiende como un cambio de naturaleza esencial sino formal. En realidad todos esto caminos nos dicen con sus propias palabras lo mismo: "tú ya eres Eso, en tí el Ser ya vive como tú, descúbrele en vida para que cuando abandones tu cuerpo físico tu atención no está apegada a sus manifestaciones y así sólo encuentres sufrimiento; intégrate a ti mismo, se Uno en vida, eso requiere amor y desapego... donde hay "abundancia" o "carencias" con desapego -que no desinterés- hay paz.

Revisemos algunas cosmovisiones para entender el concepto anterior.

En el mundo prehispánico el hombre vive en función del todo, lo importante es la renovación de los ciclos del Universo. La muerte es una compañera constante y fiel. La vida es un rito donde con la impecabilidad controlo mis actos, con la atención mi contexto, con el acecho y el ensueño mis interioridades.

El Judeo-cristianismo integra los conceptos griegos de espíritu -como buscador de la Verdad y el Bien- y alma -como lo que anima- inmortales. El cuerpo es la vestimenta de expiación y/o descubrimiento del Ser. En el Eclesiastés se ensalza la vida y se hermana al buen morir. Tras la muerte se encuentra el fruto de haber seguido el Plan propio o el Plan Divino. La resurrección surge como concepto de renovación.

En el Hinduismo esta renovación se da en la reencarnaciones, donde el dharma -acto correcto- nos ayuda a quemar karmas (ley de la cadena de causas y efectos) que nos encadenan al ciclo del nacimiento y la muerte.

En los últimos dos casos surge el Maestro como Redentor en el cual por su pasión sacrificada y amorosa se inmolan las "cargas" del mundo.

En estos tres breves ejemplos la muerte se integra con el concepto vida. Cómo quieres morir... cómo debes vivir. Y en este sentido es donde yo le confiero sabiduría y bondad a la vida; morimos cuando es justo y necesario -en función de nuestra expansión de conciencia e ignorancia-, ni antes, ni después. La muerte es una amiga oportuna -no para el ego, sino para el Ser- por que la vida formal es cambio, mutación, metamorfosis y vehículo de la vida esencial que es inmutabilidad, silencio, conciencia. Así que de esta manera entendemos lo que nuestros padres -tal vez de manera "inconciente"- nos decían para calmar nuestras pesadillas infantiles y mórbidas con el argumento de la eternidad del alma.

II. Hablamos de que el desapego - la no identificación- es una gran herramienta para el "buen vivir" y "buen morir", dado que nuestro miedo a la muerte es directamente proporcional a nuestros apegos. Cuando somos niños estamos apegados a nuestros padres y ellos a nosotros, luego el apego se desplaza -en el mejor de los casos- por el apego a todos los seres queridos, trabajo, títulos, creaciones, status, dinero, poder, conceptos, sueños, neurosis, en fin todo aquellos que conforma nuestro esquema de realidad y a lo cual nos aferramos sin remedio. Cu les son tus apegos y te diré tus miedos, dime tus miedos y te diré tus limitaciones. Rara vez concebimos a la muerte como ese estado de gozo y paz donde la necesidad no existe... establecerse en el estado de intensa armonía en este plano de existencia, así la muerte pasaría casi inadvertida pues ya estaríamos radicando en el perfecto estado alegre y Vivo tiempo antes.

Finalmente es la enajenación en cualquier forma -en el conocimiento, la materia, el trabajo, el placer, el dolor, etc.- donde evadimos a la muerte y digo enajenación porque esos conceptos en sí mismos no tienen un valor negativo, sino que es nuestra actitud de asirnos con vehemencia a ellos lo que cada vez m s nos aleja de nuestra conciencia. Un gran santo en cierta ocasión dijo "cuando logres armonizar con la forma, lograr s armonizar con lo que está atrás de ella" así es que la negación de lo inminente y la enajenación nos alejan de la armonía.

Cuando has erradicado la ignorancia sobre tu naturaleza verdadera y la separatidad, dejas de intentar satisfacer el hambre de eso que llamas vacío. Que no hay solución verdadera a tus carencias que no salga de tí mismo, de ese diván que crees cerrado al cual llamamos Ser.

Precipitarte al Ser es convertirse en tu esencia, es eliminar la diferencia entre vida y muerte; es silenciarte, es morir en gozo. Cada doctrina nos da distintos caminos con una verdad fundamental para alcanzar este estado: el Silencio del parloteo mental, ya sea la repetición de frases o palabras de poder, cantos, oraciones, meditación, atención en el acto impecable, danzas, etc.

Así es que si algún día, repentinamente te invade ese terror/vértigo/angustia incontenible por la muerte y te sientes atado a esta bella vida y a las cosas "hechas" o "por hacer"; o si has perdido este sentido del por qué vivir, si todo es dolor que quema, has conciencia de que es por que te has fincado en el estado de la ilusión, ese falso concepto que te hace creer que eres feliz o infeliz por que tienes o careces del valor que m s importancia le das, por que te has vuelto esclavo de tu mente y conceptos... siléncialos, con amor, paciencia y rigor, deja pasar los pensamientos con la postura de un testigo, no te ancles en ellos, pues los conceptos son producto de la relatividad de nuestro estado mental y por tanto pasajeros. Más allá de nuestras definiciones los valores absolutos son y son fundamentalmente en la experiencia. Lo único real es el Ser, ese Ser que eres tú, aquel que se encuentra en cada paso de la búsqueda -ahora mientras lees esto, cuando trabajas, cuando te bañas, cuando comes, cuando te enfadas o sonríes, cuando juzgas o comprendes... a cada momento-. Podrás poseer o carecer, pero tú eres más allá de cómo te defines a tí mismo. Toda forma podrá "desaparecer", todo tu marco de realidad material, intelectual y afectiva pero tu eres y ser s. La vida nunca te suelta, está ahí presente, confrontando, despertando conciencias.

Vivir no es desafiar la muerte, es ser la muerte misma en vida... es actuar aquí y ahora con impecabilidad, con la conciencia presente, silenciosa, amorosa y eterna de que Tú eres Eso.