Visiones personales sobre el mundo contemporáneo. Reflexiones de cómo deshebrar el misterio de vivir. Peregrinaje al contentamiento interno

miércoles, septiembre 13, 2006


India: el otro lado del espejo
Por Paco Herrera

Vivir del otro lado del espejo… bajo las auras de deidades multicolores, potencias de lo divino interactuando en lo cotidiano; viajar por un lugar cuyas luces sean la sombra de la conciencia de occidente, donde las lógicas siguen otro paradigma, donde el inconsciente colectivo explora otros rincones de la humanidad al cual estamos acostumbrados… un lugar donde rigen la intuición y las emociones… donde nuestro caos se torna orden y donde la premodernidad aún no sucumbe del todo ante las embestidas de la globalización… algo así es India.

India… es algo difícil de asir, dado que es relativamente un país nuevo surgido del conglomerado de reinos y culturas diversas reunidas bajo el velo de una misma tierra. Es conocida entre sus pobladores como Bharat (la tierra de los hombres), y en ella se crea un masala o mezcla que abraza desde el Sanatana Dharma (El Camino Eterno aquí conocido como hinduismo) hasta musulmanes, sikhs, jains, budistas y cristianos de diversas corrientes... todo esto nos muestra que ser indio no es sinónimo de ser hindú, sino mejor sería afirmar que ser indio es pertenecer a una tierra definida por la paradoja.

¿Cómo comprender un país así? margen que abanica desde el mayor desarrollo tecnológico, cibernético y nuclear, con una riqueza cultural inigualable por pocas historias tan primigenias, su vastedad y exquisitez artística hace que lo cotidiano se experimente como divino; sus fragancias, su colorido, su pletórico panteón de dioses que manifiestan cada una y todas la potencias de Brahman ‘el Absoluto’, hasta una nación que sufre de terribles desigualdades sociales, hambruna, indigencia, mendicidad inigualable, discriminación inter-religiosa entre grupos radicales, segregación entre castas y recesiones sociales importantes...

India es diversa en casi todos los aspectos que uno quiera ver... cada región es casi un país –tanto por sus habitantes como por sus manifestaciones culturales- desde los Himalayas serenos y altivos, los desiertos sempiternos de Rajasthan, los famosos campos de té de Assam, hasta las junglas sureñas de Tamil Nadu y los Back Waters de Kerala... en fin sería todo un libro el recorrer las posibilidades... templos afiligranados y coloridos con olor a incienso y mantequilla clarificada que han ardido por siglos bajo esas piedras, palacios que hacen palidecer las descripciones de cuentos medievales, ritos extáticos que elevan el alma de sus devotos a las cumbres de su existencia, místicos que transforman la vida de miles y otros tantos farsantes que viven de las expectativas de sus seguidores; en ella se guarda el conocimiento cosmogónico milenario de los Vedas y los Puranas, sabiduría ancestral vertida en letras que rige sus caminos cotidianos; experiencias sublimes que agitan los sentidos... sedas, arte culinario, danzas clásicas, teatro kathakali, artes marciales, comunidades de ejercicios espirituales o ashrams, su tradición medica del Ayurveda, cantos clásicos, el camino de los 4 yogas...

A cada aspecto del ser humano el hinduismo le ha asignado una manera de realización, que, unida en una forma de vida dan equilibrio y plenitud...
El cuerpo emocional es trabajado por medio de la devoción (Bhakti Yoga), el cuerpo intelectual por medio del estudio y debate en la interpretación de escrituras (Jñana Yoga), el cuerpo físico se desarrolla por medio de posturas que tonifican y energetizan cada parte de nuestro cuerpo (Hatha Yoga) y el cuerpo intuitivo se desarrolla por medio de la contemplación y meditación (Raja Yoga)... esta claridad metodológica ha hecho de India uno de los lugares de peregrinaje más importantes del mundo, donde buscadores de belleza interior y exterior hacen sus andanzas por encontrar lo que siempre ha estado dentro de ellos y no saben como hallarlo.

De esta manera la India Oriental, aquella de las especias, de la fauna exótica, de la cultura-que abraza culturas, esa India que nos abre nuevamente el asombro como si estuviera encapsulado en una lata de paradigmas conocidos, es la llave al peregrinaje interior. Conocer la India es conocer esos aspectos escondidos en cada uno de nosotros... aquel aspecto que canta en los trenes abhangas devocionales al absoluto que incógnito llevamos de pasajero (ellos lo dirían al revés), aquel que ve en todo la maravilla del Ser con infinitos nombres, aquel que ha sintetizado cotidianidad y trascendencia en una sola fórmula. Ser India es abrir nuestro oriente, nuestro hemisferio femenino –aquel que integra, hecha raíz, abraza, recibe, espera, ama, fluye con la vida- que como cultura cada vez sepultamos más en nuestro afán por lograr, ir hacia, conquistar las metas de nuestra psique masculina occidental.

Existen muchas caras en India, tantas como caras tiene nuestro ser... aquella que explora el desierto en camello y los turbulentos ríos sagrados en un raft; aquella que se funde en el silencio del templo interior, aquella que ritualiza el día a día, aquella premoderna y rústica, aquella sobria, aquella voluptuosa y sensual; aquella tántrica que une el cielo y la tierra en el acto consciente, existe aquella necesitada y carente como el deseo insatisfecho y adictivo; aquella India contradictoria y segregacionista; aquella India amable, generosa e inclusiva; aquella ancestral y sabia; aquella India adolescente, irreflexiva e impetuosa; existe una India llena de propósito y sentido y una India desorientada. Cada quien conocerá una India a su propia medida.

Cuando te invitan a describir India es como hablar de tu propio espíritu... insondable, escurridizo, brillante, eterno. No es facil convertir a India en dos cuartillas como tampoco es facil transmitir quien eres con palabras. Más dice la experiencia directa y el silencio que mil reglones. Siendo yo adolescente se imprimió en mi corazón las palabras de una pareja que tras vender todo se fue a India por unos meses... “Ir a India es como meditar, te encontrarás a tus ángeles y demonios... debes de agendarlo en tus promesas existenciales” y desde entonces me hice el propósito de conocerla y para mi fortuna vivir en ella.

Conocer India es convertirse un poco en indio. En otra ocasión una amiga me dijo mientras conversábamos sobre nuestra larga estancia en ese país... “Uno, que viene de occidente, ama u odia India y no hay punto medio”. Yo la ame, en ella me confronte a mis sombras y abrace mis luces con las que vivo hoy en día, en ella encontré mi abundancia interior y la alegría de lo cotidiano... dejarse tocar por India es permitirse ser seducido por ese lado del corazón que no siempre vemos... el de la paradoja de nuestra humanidad.

2 Comments:

Blogger jsmohar@gmail.com said...

Una maravilla: <<...aquel que ve en todo la maravilla del Ser con infinitos nombres, aquel que ha sintetizado cotidianidad y trascendencia en una sola fórmula.>>

10:53 a.m.

 
Blogger Marisolibelula said...

profundo, enigmático como visto desde los sueños pudiendo concretarlo así en la realidad, me llevaste a India Paco, a sus siempre paisajes ocultos a mi entorno, a sus siempre dichos y menosprecios, talentos, diversos, multiformas, inconncoscibles aún, pero ahora ya está agendado como dice tu amiga en el corazón de mis deseos..

11:35 p.m.

 

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